miércoles, 22 de julio de 2009

¿VAMOS DE CINE...CON LAS GRANDES CORPORACIONES?

BOWLING FOR COLUMBINE
NO APTA PARA MENORES
¿Qué les pasa a los EE.UU? ¿Por qué hay tantos muertos por arma de fuego en este país?. Parece que tienen una especial querencia por las armas y la violencia. ¿No será que en el fondo tienen miedo?. En EE.UU mueren al año más de 11.000 personas por disparos de armas de fuego. Este documental es el ejemplo claro de todo lo que hemos hablado acerca del miedo y que podriamos resumir en:
-Quien tiene miedo genera violencia, a la vez...quien es violento, genera miedo.
-Quien tiene miedo necesita "seguridad" para sentirse seguro ante su miedo.
EE.UU es el pais que más gasta en armamento militar y su población civil es la más armada del mundo. EE.UU es el pais que más miedo tiene y el que más miedo da. Es casi paranoico el miedo que tienen. Viendo el estado paranoico de miedo que tiene la población, es facil de entender la paranoica actitud de su gobierno ante el resto del mundo.

El documentalista Michael Moore, ganador del Oscar al mejor documental, y también premiado en Cannes, realiza un análisis sobre la violencia y el miedo tomando como punto de partida los trágicos sucesos acontecidos en el instituto de Littleton, donde 12 alumnos murieron víctimas de los disparos efectuados por dos de sus compañeros.

El director, con la cámara al hombro, se convierte en protagonista del film, que va entrevistando a unos y otros, con las armas de la ironía y el sentido del humor. Así, entrevista a gente dueña de armas, entra en tiendas y supermercados, se pregunta por qué el fenómeno tiene unas cotas en EE.UU. que no alcanza su país vecino Canadá, etc Y esta situación la compara con otras imágenes del pasado, la bomba atómica, Vietnan, Panama, Irak...y un análisis historico en dibujos animados del origen del miedo del pueblo americano.

El documental ha generado una enorme polémica, y mientras unos aplauden la Audacia de Moore, y su logro de haber conseguido un documental divertido (no son términos contradictorios, en absoluto), otros le acusan de burdo manipulador. Sea como fuere, su trabajo ayuda a reflexionar acerca de lo disparatado que resulta que las armas puedan estar al alcance de cualquiera, y de las influencias externas que pueden influir en los que acaban disparando sin ton ni son.



EL JARDINERO FIEL
NO APTA PARA MENORES
Aqui os dejo esta pelicula que nos va a adentrar en el tema que voy a tratar -por encima- en VAMOS DE CINE y que puedes leer después de ver la pelicula, "las grandes corporaciones". En el caso de la pelicula... las grandes corporaciones farmaceuticas.
Hoy en día los que manejan la economia del mundo son las grandes multinacionales y quien controla el dinero controla el mundo. En esta historia -real- de amor entre un diplomatico y una periodista, nos cuenta el manejo, la manipulación y el control de los medicamentos que hacen los laboratorios farmaceuticos y como muchos de esos medicamentos se ensayan en Africa antes de salir al mercado de consumo. No tiene desperdicio



LAS GRANDES MULTINACIONALES. EL PODER DE LAS CORPORACIONES
El control del poder y de la riqueza del planeta está en manos de unos pocos miles de personas. Estas personas están dentro del entramado de las grandes empresas multinacionales y a través de la manipulación, el miedo, la violencia y la corrupción, esclavizan y domestican a más de 6.000 millones de personas.

Las 200 empresas multinacionales más poderosas dictan la política mundial y el comportamiento de gobiernos y ejércitos. Son el verdadero poder que mueve los hilos del planeta.

Las 200 multinacionales más poderosas dictan la política mundial: Según Clairmont y Cavanagh, la cifra de negocio anual de las 200 mayores multinacionales supone, aproximadamente, la cuarta parte (26,3%) de la producción mundial. La cifra de negocio anual de estos gigantes es nada menos que la cuarta parte (26,3%) de la producción mundial, crece a un ritmo doble de lo que crece el Producto Interior Bruto de los 29 países industrializados que integran la OCDE, y supera ya a la producción total sumada de los otros 182 países que no forman parte de la OCDE, pero donde vive la inmensa mayoría de la humanidad.

Las 200 mayores empresas, gobiernan la vida material de los seis mil millones de seres humanos que habitamos este planeta.

Nombres y apellidos
La lista de estos 200 gigantes está en perpetuo movimiento, precisamente porque las fusiones y absorciones entre ellas, y entre las mayores de ellas, constituyen uno de los medios principales de mantenerse en la cumbre de esta pirámide del poder económico. Pero, para dar nombres, enumeremos, por ejemplo, a algunas de las mayores empresas transnacionales de carácter no financiero:

Shell, General Motors, Ford, Exxon, IBM, Exxon, AT&T, Mitsubishi, Mitsui, Merck, Toyota, Philip Morris, General Electric, Unilever, Fiat, British Petroleum, Mobil, Nestlé, Philips, Intel, DuPont, Standard, Bayer, Alcatel Alston, Volkswagen, Matsushita, Basf, Siemens, Sony, Brown Bovery, Bat, Elf, Coca-Cola... entre las clásicas; Microsoft, Cisco, Oracle, entre las nuevas. Entre los bancos: IBJ/DKB/Fuji, el Deutsche, BNP/Paribas, UBS, Citigroup, Bank of America, Tokio/Mitsubishi...

¿Dimensiones de estos gigantes?
-Si nos atenemos a sus ventas, las de General Motors han superado la producción nacional de Dinamarca y de cerca de otros doscientos países.
-Si nos fijamos en su valor bursátil, sólo había en marzo de este año, en todo el mundo, diez Estados cuya producción nacional superase en valor al de las acciones de la empresa de sistemas de Internet Cisco Systems.
-Si hablamos de beneficios, los que repartió entre sus accionistas la General Electric en 1997 superaban la producción anual compartida por los 40 millones de habitantes del Congo-Zaire.
-Si hablamos de empleados, los de la General Motors superan a las fuerzas armadas de muchos Estados del mundo.

Pero detrás de los nombres de las empresas que dominan el mundo están los nombres y apellidos de sus propietarios. Y llegados a este punto, la globalización nos enfrenta con una oligarquía mundial de una riqueza y de un poder tan concentrados como no se vieron en ninguna otra etapa histórica de la humanidad.
Entre los más ricos de los ricos, muchos nombres de familia están en los escaparates del capitalismo: Guinness, Ford, Philip, Merck, Ferrero, Henkel, Peugeot, Bosch, Dassault, Michelin, Heineken o Barilla... Son sus mayores accionistas.
Y hay otros apellidos no menos, sino más conocidos que los nombres de sus empresas, como el del ser humano supuestamente más rico del mundo, al menos hasta este mes de abril: Billy Gates (Microsoft), o el famosísimo especulador Georges Soros, o Larry Ellison, de Oracle, que según dicen ha destronado a Gates. En fin, junto a estos novísimos ricos hay familias industriales y financieras muy antiguas, casi con solera: las de los Agnelli, amos de la Fiat, los Quandt (40% de BMW), los Rothschild, los Rockefeller de la Stardard Oil, en España los Botín del BSCH. Cuando se cita ese dato espeluznante de que 225 de entre estos multimillonarios poseen fortunas personales superiores a los ingresos anuales de 2.500 millones de personas, las más pobres del planeta, hablamos de su injusta e insultante riqueza.

Pero cuando los relacionamos con la propiedad de esas 200 empresas que concentran una desproporcionada parte del capital mundial, entones hablamos ya de su poder, no sólo de su riqueza. Más escandalosa que su riqueza es el hecho de que, para mantenerla y acrecentarla, dirigen en provecho privado una parte tan notable de la fuerza productiva de la humanidad, que convierte al resto de las personas en súbditos suyos, y como tales, explotados, expoliados o empobrecidos.

Las multinacionales tienen patria: la de sus propietarios mayoritarios. De eso no debe caber la menor duda. Las 200 mayores tienen sus sedes bien establecidas en tan sólo 17 países de los 211 Estados independientes que cuenta la tierra. Pero 176 de ellas, según Clairmont, están radicadas en sólo 6 potencias financieras. Bastante más de una tercera parte (74) son norteamericanas. Para que no quede duda de que se trata de lo más parecido a un club de 200 bandidos, la única multinacional española contada entre ellas es Telefónica, es decir una empresa cuyos beneficios están asociados, según los sindicatos, a la sobreexplotación del trabajo precario; según los consumidores, al monopolismo y al fraude; según los países latinoamericanos donde se ha instalado, al colonialismo; una empresa en cuya dirección reina, según los partidos de izquierda, el nepotismo político y la corrupción.

La globalización es la dictadura económica mundial de 200 multinacionales. Las sedes de estas 200 empresas se hallan en tan solo 17 países. Más de una tercera parte (74) son estadounidenses. Después de Estados Unidos, destaca Japón, seguido por Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá e Italia, por lo que el Grupo de los Siete (el G-7) aglutina el 80% de las multinacionales. Fuera de este grupo, solo Suiza, Corea del Sur, Suecia, Australia y Países Bajos pasan de la docena.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, teóricamente creados para facilitar el crédito a los países necesitados para su desarrollo o en crisis y emergencias, se convierten en instituciones que indirectamente potencian el dominio de las grandes multinacionales. Naciones que son por recursos naturales y humanos verdaderas potencias, como Brasil, México o Pakistán, permanecen sometidas a través del crédito (la Deuda externa). El crédito se renueva sobre la base de condiciones cada vez más duras y precisas, pero siempre favorables a la implantación de las multinacionales de los países acreedores en los países deudores. Y la ayuda al desarrollo, nada generosa, se utiliza con los mismos fines. De este modo, las líneas aéreas, telefónicas, eléctricas, férreas, y hasta la tierra, los bosques y los ríos de los países más poblados del mundo van pasando a manos de las compañías transnacionales, acentuando su dependencia económica y sus dificultades para abordar un desarrollo autónomo y sostenido.
Las movilizaciones del pueblo mapuche contra la presa de Biobío, de los bolivianos de Cochabamba contra las tarifas del agua, han sacado a la luz el poder que las multinacionales (en estos casos españolas: la FECSA-Enher en Chile, y la Abengoa en Bolivia) han llegado a adquirir en estos países y en muchos otros, y de la manera destructiva en que lo utilizan. En los gravísimos conflictos por la tierra que vive Latinoamérica desde México hasta el sur de Chile, en la resistencia a la deforestación de sus selvas, en las luchas en torno a los precios del café o de otros productos agrícolas, lo que subyace es la penetración de capital transnacional interesado en el control de las materias primas del planeta. Como poderes extranjeros arrasan la cultura y la naturaleza que encuentran a su paso, con más violencia que los conquistadores de hace cinco siglos.El peso adquirido por las multinacionales bien podría llamarse recolonización.

El efecto social que nos es más próximo es el crecimiento del paro y la precariedad, cuyo salto en las últimas décadas debe considerarse el reverso de la concentración del capital internacional que llamamos globalización.

La globalización no extiende la producción, la concentra. Incluso los momentos de auge económico de las últimas tres décadas presentan índices de crecimiento de la producción inferiores a los de las dos décadas anteriores. Al concentrarse la producción, aumenta la productividad del trabajo, pero al precio de expulsar mano de obra en proporciones siempre mayores hacia empleos menos cualificados y peor pagados, precarios o sencillamente al paro. Las reformas laborales que han ido recortando los derechos adquiridos de los trabajadores a fuerza de luchas sindicales y políticas, han sido hechas para adaptar la legislación a las condiciones que querían imponer las mayores empresas.

Poder de las multinacionales. GUERRAS Y CONTROL DE MEDIOS
En la actualidad, las grandes multinacionales tienen un peso similar de algunos Estados y superior al de la mayoría. Este poder va en aumento y ha generado preocupación y desconfianza en muchos sectores de la sociedad.
En las democracias occidentales han aparecido unos grupos de poder (lobbies) que representan a las multinacionales y que, a través de mecanismos tales como la financiación de las campañas de los partidos políticos, tratan de influir en los gobiernos de las naciones.

En ocasiones, personas que antes ocupaban puestos directivos en una gran empresa pasan a formar parte del gobierno. Esto provoca sospechas de que las medidas que proponen (como la concesión de subvenciones) se tomen exclusivamente para favorecer a sus antiguas empresas.

En los países pobres, las multinacionales influyen también sobre los gobiernos para que sus intereses económicos no se vean afectados por medidas relativas a la legislación laboral, fiscal o medioambiental.

Como algunas de las mayores compañías de prensa, radio y televisión pertenecen a este selecto club de las multinacionales, y como los restantes medios de difusión dependen de las otras grandes empresas, no podemos esperar que nos informen de los intereses más sórdidos que están en juego en las guerras. Una parte de los aspectos políticos e incluso ideológicos implicados en las guerras de nuestros días aparecen en los medios de comunicación, aunque evidentemente deformados, cuando no falsificados. Pero la censura es mayor, sin ningún género de dudas, en lo que toca a los móviles económicos de las guerras y la implicación de las empresas.

Y sin embargo, la guerra, que la humanidad padece como una explosión de irracional barbarie, no deja de figurar como un mercado importantísimo en las previsiones de algunas de las instituciones más influyentes de nuestra época, concretamente de las multinacionales. Y no sólo de las empresas de armamentos. Los propios móviles de la guerra son valorados, aprobados o descartados, por las mayores empresas mundiales.

La guerra del Golfo en 1991 es el ejemplo más claro, pero no el único caso. Se luchó por el control de las fuentes y de los precios del petróleo. Y la participación de los Estados fue "estimulada" con las generosas donaciones que el grupo kuwaití KIO distribuyó a los políticos, y también con ofertas variadas de participación en los previsibles negocios de la reconstrucción. También la guerra de Chechenia es una guerra petrolera por la ruta del crudo del Mar Caspio. La guerra de Irak. La caída de Salvador allende a favor de la dictadura de Pinochet; caida alentada y apoyada en la sombra por la C.I.A y la multinacional I.T.T. ...

Para ver el articulo completo entrar en esta dirección:
http://www.rebelion.org/hemeroteca/economia/030902eynde.htm#

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